lunes, 15 de junio de 2020

El asma y el ejercicio físico

El asma y el ejercicio físico (niños y adolescentes) 

Estudio realizado por: Marietta Nuñez C. Pediatra en hospital Van Buren y Jorge Mackenney P. Pediatra broncopulmonar en hospital Roberto del Río.

Introducción:

El asma es una enfermedad muy común en la infancia a nivel mundial que si no se trata de manera adecuada puede derivar en problemas de salud en la edad adulta, ya que durante la niñez el sistema educativo y los propios padres restringen el ejercicio físico que la falta del mismo a su vez produce una disminución de la calidad de vida. Esto también se relaciona con un aumento de obesidad en esta población (infantil y adolescencia) que provoca un mayor riesgo de no control en el asma.

Los programas de entrenamiento en pacientes asmáticos han sido diseñados para mejorar la capacidad aeróbica, la coordinación neuromuscular y autoconfianza, todo ello mejora su calidad de vida.

Asma inducida por el ejercicio, AIE:
Uno de los principales desencadenantes del asma es el ejercicio físico ya que se lleva al sistema respiratorio a ciertos estímulos que provocan una demanda más elevada de oxígeno y los pulmones no son capaces de corresponder a ella de manera apropiada por lo que se producen ataques de asma que provoca dificultad para respirar y opresión en el pecho, acompañado de tos.
Estos ataques se producen durante o unos pocos minutos después del ejercicio.

Entrenamiento físico efectivo:
Basándonos en que el ejercicio físico provoca una notoria mejoría en personas que padecen asma, solo nos queda pautar una intensidad de entrenamiento adecuada teniendo en cuenta las variables de duración y temporalidad para obtener una respuesta apropiada, es decir, una mejora en la capacidad aeróbica.
En relación al entrenamiento físico en niños y adolescentes se estima el VO2 max. para evaluar la capacidad aeróbica.
Los estudios muestran una mejoría en el VO2 max. con el entrenamiento físico realizado al menos 120 minutos a la semana, divididos en 2 a 3 sesiones por semana con un programa de 3 meses.

Según lo dicho, la intensidad del ejercicio que se realice prevalece más que el propio ejercicio en sí (carrera, natación, ciclismo) para una mejoría notable.
Para mejorar el consumo de oxígeno, la intensidad del entrenamiento debe fijarse en el umbral ventilatorio (es el punto en el que la respiración se intensifica de forma desproporcionada con respecto al oxígeno consumido).
El ejercicio aeróbico incrementa significativamente la función aeróbica y puede proporcionar niveles normales de capacidad aeróbica (similares a pacientes sanos) en esta población.

Calidad de vida y ejercicio físico:

En niños y adolescentes la enfermedad tiene un impacto negativo en la calidad de vida, por la imposibilidad de participar en juegos o deportes y el bajo nivel de conocimiento sobre la enfermedad.

En un estudio realizado en Brasil, se buscaba evaluar los efectos del ejercicio en la calidad de vida de niños y adolescentes asmáticos, participaron 38 niños de 7 a 15 años de edad con asma persistente moderada a grave, 21 se asignaron a un grupo de entrenamiento y 17 a un grupo de control.
Realizaron 16 semanas de entrenamiento físico, dos veces a la semana con sesiones de 90 minutos.

Los resultados demuestran que el grupo que practicó ejercicio físico obtuvo una mejora significativa de la calidad de vida en comparación al grupo de control. Además se redujeron las dosis de corticoides inhalados.
En el metanálisis Cochrane cinco estudios con un total de 212 pacientes, evaluaron la calidad de vida con cuatro escalas distintas. Cuatro de esos estudios concluyeron que el entrenamiento físico mejora la calidad de vida de los pacientes asmáticos.

Natación y asma:

La natación puede mejorar la condición física, además de aumentar la capacidad pulmonar y desarrollar buenas técnicas de ventilación en pacientes asmáticos.
En un estudio realizado en Taiwán se evaluó la intervención de la natación en pacientes asmáticos, los resultados mostraron que la natación incrementó estadísticamente el PEF (Flujo espiratorio máximo) y una disminución de la severidad de la enfermedad, concluyendo que la natación es una herramiento no farmacológica en el manejo de esta población.

Conclusión:
El ejercicio físico es muy recomendable como parte del manejo integral de los pacientes asmáticos, ya que el entrenamiento aeróbico muestra múltiples beneficios en esta población.
Además produce una mejora notable de la capacidad cardiopulmonar, los síntomas del asma y la calidad de vida en sujetos asmáticos.
Un programa de entrenamiento eficaz para niños y adolescentes consistiría en ejercicio aeróbico principalmente, con una intensidad de entrenamiento personalizada (teniendo en cuenta la gravedad del asma que padece). Para que el entrenamiento sea efectivo es muy importante que el estímulo del entrenamiento sea de intensidad suficiente ajustada a sus capacidades.

La frecuencia y duración del entrenamiento debe ser al menos 3 meses, con una carga de entrenamiento de 120 minutos a la semana, repartido en 2 o 3 veces por semana, mínimo.

Artículo comentado por Alby Betancor Hernández 
Alumno de la promoción 2018-2020

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